sábado, 4 de octubre de 2008

La ignorancia del no querer saber.-

Tampoco es necesario haber cursado grandes estudios universitarios y presumir de pared llena de diplomas para poder dejar de ser ignorante y máxime hoy que tenemos a nuestro alcance la biblioteca universal del Internet a la que cada cual agrega sus conocimientos o escribe sus ocurrencias.
Afortunadamente para las personas de a pie, los Estados están gobernados por las mentes más ilustres del país y continuamente se cambian las leyes para mejorarlas y adaptarlas a las nuevas tendencias comerciales, de forma que lo que ayer era prohibido, hoy, a consecuencia de un estudio realizado por un importante científico de una importante universidad de un importante lejano lugar, goza de las mejores propagandas indicativas de lo bien que con su consumo se favorece el desarrollo físico personal.
Y en consecuencia, no somos bobos, porque no tomamos un pitobob, ya que si elegimos comer sin masticar un pitoton, continuamos siendo un poco más tontos de lo que éramos antes de su ingesta, aunque he de reconocer que, tras la deglución, en el cuerpo del incauto consumidor, se produce una sensación de rejuvenecimiento que notas como cada día eres más viejo porque para que te funcione el inventillo, en lugar de uno, deberías beberte dos.

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