domingo, 7 de agosto de 2011

El valor de las palabras gran y viejo.-

Tenía mi padre tres tipos de brandy que aún conservo, rotulados con tres nombres de cinco letras. A uno le llamaba extra, a otro viejo y al otro añejo. Puede parecer una tontería porque realmente el nombre, aunque referencia al producto, no es acorde con el contenido de la botella.
El Brandy Extra es un brandy elaborado por destilación de alcohol de vino sano, no aprovecho los residuos vínicos, ni los orujos, ni las heces de vinificación, etc. y es envejecido en barril de roble durante siete años antes de ser envasado. El brandy que no vendo, lo continuo envejeciendo en barril de roble durante quince años y cuando lo embotello, queda identificado como Brandy Superior dado que el nombre de Viejo está prohibido. El contenido de las botellas de Brandy Añejo, es un brandy elaborado en 1.964 y envejecido en barril de roble hasta el día de su embotellado. Un fraude para el ignorante porque no se trata de un brandy de un año de crianza.
Con la prohibición del uso de la expresión viejo entiendo por qué al brandy que elaboró mi bisabuelo en 1.921 y desde esta fecha, está conservado en barril de roble, solo 90 años de envejecimiento, se le llame Gran Maestre. Como no podía ser de otra manera en lugar de viejo se le llama gran, para que nadie se enfade.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Un billete de diez mil euros.-

Aunque no vea la televisión por no precisar disfrutar del famoso TDT, no lea los periódicos por carecer de tiempo adecuado para ello y no oiga la radio por necesitar prestar mi atención al trabajo que estoy realizando, de vez en cuando me entero de alguna que otra noticia de los más sugerente.
Al parecer, lo de la crisis es un sentimiento generalizado; lo de sentimiento lo digo porque en las sillas de las terrazas de los bares siempre observo personas trabajando en sus quehaceres y porque además, tomando como referente a los santos de lejos por ser más milagrosos, en este caso, a los del otro lado del Atlántico, la solución estadounidense sobre el endeudamiento aceptado, aconsejado o elegido, parece ser de lo más convincente.
Después de mucho pensar y analizar las posibilidades sociales, llego a la conclusión que, para poder mantener el estado del bienestar, lo mejor es fabricar billetes de 10.000 euros y cada mañana al levantarnos, pasar por el Ayuntamiento del pueblo para que a cada vecino se nos regale uno.