Con tanto hablar por teléfono y como además nos fijamos ópticamente más con el lenguaje gesticular que en el hablado o escrito, hemos perdido el significado de las palabras y los conceptos que ellas atesoran.
Hace unos pocos años el labrador que no vertía en sus plantaciones varias toneladas de pesticida, léase en el sentido propio de la palabra como producto químico destinado a combatir animales o plantas supuestamente perjudiciales, no podía presumir de ser un labrador aseado y era calificado por el resto del colectivo como un marrano, entiéndase sucio y desaseado.
Con tanta basura e inmundicia tirada alegremente en nuestro entorno, nace la necesidad del concepto de ecológico, que solo significa respeto con el medio ambiente y no que el cosechero se preocupe de eliminar de la cadena de producción los abonos artificiales y los pesticidas químicos, quede claro que solamente controla su cantidad y tiempo en el vertido.
Con tal rimbombante palabrota agradable a los oídos del consumista, se hace necesario apoyarla en otra no menos desconocida cual es la calidad que, como propiedad inherente, permite diferencias con respecto a las restantes de su especie y nos califica con el tipo de letras, léase tamaño según tipómetro, que cuanto mas grande viene rotulado, mayor es el diferencial en cuanto a menos importantes cualidades, entiéndase como características adquiridas o naturales distintivas como atributo favorable
Y con todo este corre ve y dile, los publicistas y los consumidores, os habéis olvidado de lo natural, como de la naturaleza, sin modificaciones o añadidos, destilados de las plantas, semillas, bayas o frutos del campo o del monte, sin ecologismos ni calidades escritas, sencillamente como los Licores del Maestrazgo que muy pocas personas saben apreciar y diferenciar.
3144- INQUIETUDES CABANENSES.
Hace 8 meses