jueves, 7 de abril de 2011

El aroma y la pureza de la ginebra.-

Bajo un similar slogan, se publicita una famosa ginebra y a la vez desconocida que nace para los auténticos amantes de tal destilado con el fin de encontrar la mejor opción para recuperar la pureza y el aroma sutil del espirituoso por excelencia. Parece ser que se elabora con diecinueve especias, lo que le confiere un sabor único, complejo y equilibrado, pero para mayor gloria del supuesto destilado, se sigue la ruta marítima de las Indias del siglo XVII en la recolección de sus componentes. Su fabricante viaja hasta España para elegir almendras dulces, amargas y la fresca piel de limón, pasa por Marruecos para recoger el penetrante coriandro y va hasta México a por la sabrosa piel de naranja, de la Sajonia, incorpora la angélica con notas mentoladas y desde la India, obtiene el escaso y valioso cardamomo y la nuez moscada para continuar por Indochina y recoger la casia, en Sri Lanka, la canela y en China, el complejo regaliz, desde el Este de Africa, se trae las intensas pimientas o granos de paraíso, del Mediterráneo el hinojo, de Italia la raíz de lirio y de regreso a Francia, aprovecha para utilizar enebro con intensos aromas de pino y delicada raíz de violeta junto con ajedrea y anís que por sus propiedades le permiten fijar la mezcla de sus aromas. Pero lo más curioso para mi, es que tal licor resulta de la destilación de una base de agua y trigo en un alambique tradicional de cobre con un proceso que comprende una primera triple destilación de la que se obtiene un alcohol neutro muy puro, al que se le incorporan las especias en crudo para mantener todo su frescor y finalizar con una cuarta y definitiva destilación de la que se aprovecha sólo el corte central con la que se pueden confeccionar los mejores gin-tonics. Todo este rimbombante proceso, sería creíble si no conociese a un destilador en un pueblo llamado Chert, en el Maestrazgo de Castellón (España) que se pasea hasta el monte Turmell dentro del término municipal de su lugar de residencia para recoger las bayas de enebro de los arbustos que allí crecen salvajes y obtener ginebra de publicidad mucho menos exótica pero más acorde con los principios fundamentales de su elaboración.