A partir de los nueve años empecé a practicar el arte de vender pero solo obtuve beneficios económicos desde el día que me dí de alta fiscal por el desarrollo de tal actividad y pude facturar. Durante los años que duró el aprendizaje, coincidí accidentalmente en el difícil caminar de la vida con otros vendedores y observé su método de trabajo para ampliar mis conocimientos. En alguna ocasión, intenté sutilmente forzar una venta con el éxito esperado, pero pronto me di cuenta que si un cliente intermediario no vendía lo comprado, cada vez que accediese a su almacén, tropezaría con lo comprado y solo en una única ocasión, descaradamente obligue a una compra formalizada. He tenido la ocasión de probar colar un producto y obtener respuesta social con el consiguiente consumo del mismo, pero mi experiencia aconseja no intentar cambiar los hábitos de las personas.
Los productores actuales ajustan excesivamente los márgenes comerciales de sus beneficios y para mantener sus infraestructuras, el mercado les obliga a producir mucha cantidad con el lógico incremento del gasto y se ven ante la necesidad de lanzar a la venta una producción a bajo precio, lo que finalmente exige un comprensible deterioro de las cualidades con el equivocado criterio de ser competitivos.
Ser competitivo no es vender basura barata sabiendo que engañamos al Cliente que nos favorece con la compra, sino ajustar el precio a la calidad ofrecida siempre que lo que vendamos tenga algo de calidad y no sea exclusivamente el nombre.
3144- INQUIETUDES CABANENSES.
Hace 8 meses
2 comentarios:
Totalmente de acuerdo, el éxito de cualquier negocio radica en tener la relación calidad / precio correcta. Este parámetro lo analiza y dicta el cliente. Si la calidad supera el precio, exitazo asegurado!
Y cuando se descubre el engaño, se disfruta del merecido premio de la crisis.
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