Es muy difícil esperar iniciativas de las personas que no las tienen. Cuando elegimos a nuestros representantes políticos, ellos saben que el cargo es para unos pocos años y su perspectiva de futuro, no va más allá de la punta de sus narices. Su inversión personal es nula y el riesgo, solo consiste en quedarse como estaban.
En las actividades económicas en las que nos jugamos nuestros ahorros personales, las cosas cambian, el futuro lo vemos a largo plazo y es muy fácil entender como una persona haga realidad proyectos sociales sin esperar nada a cambio porque cualquier iniciativa por anormal que parezca, además de una simple satisfacción personal, puede representar también un beneficio indirecto a nuestra propia actividad.
El desconcierto aparece cuando terceros se quieren aprovechar de nuestro abnegado, cotidiano y callado trabajo personal y descubren atónitos que el autor de la iniciativa exige los derecho que legalmente le corresponden, corriendo el riesgo de encontrarse con un susto mayúsculo por carecer de ideas y ser del club de los copiones que copian las ocurrencias de los demás.
3144- INQUIETUDES CABANENSES.
Hace 7 meses
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