A finales del siglo XX, algunas personas imaginaron que la comunicación inalámbrica iba a ser desplazada por a la comunicación del cable porque con el incremento del uso de la línea telefónica en los ordenadores, se veía a la comunicación por el éter como un atraso tecnológico. Con el cambio de milenio, se ha entendido realmente la autonomía y versatilidad de este tipo de comunicación y con la aparición de las baterías de litio, de reducidísimo peso, se ha popularizado de tal suerte, que hoy, somos cuatro despistados los que aún no disponemos de teléfono móvil o de ordenador portátil.
La autoengañada sociedad del consumo, ha sentido la necesidad de la utilización de las llamadas nuevas tecnologías y las empresas del sector, han visto un gran potencial de nuevos clientes descubridores de este fascinante medio de comunicación inmediata y se ha empezado a comercializar el sistema wifi del que todo el mundo presume por sus ventajas de operatividad. Su nombre se corresponde con una abreviatura de Wireless Fidelity, también llamada WLAN (wireless lan, red inalámbrica) o estándar IEEE 802.11 que emite a 11 Mb/seg o a 54 Mb/seg. con un alcance entre 100 a 150 metros en condiciones normales, convirtiéndose en una herramienta perfecta para el acceso a Internet sin cables.
Julián Segarra de Chert dispone en su destilería de un punto de acceso a la red de Internet que, conectándolo al módem y a un transceptor wifi, le convierte en candidato ideal para tener una zona wifi en el pueblo que vive. En principio, pensaba instalar las antenas en el tejado soportando el riesgo de que sus vecinos, cada vez que observasen una interferencia en sus televisores le denunciarían ante Telecomunicaciones pero como quiera que no tiene la necesidad de montar un andamio y empezar una obra, ha elegido un emplazamiento más discreto y aunque se reduzca el alcance, permite el acceso gratuito a la red por medio del sistema inalámbrico en un pueblo del Maestrazgo.
3144- INQUIETUDES CABANENSES.
Hace 8 meses
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