La destilación del alcohol es un práctica que lleva ejerciéndose más de 10 siglos desde los alquimistas árabes, de hecho, el aparato destilador es conocido como alambique o su variante alquitara, utilizándose el destilado alcohólico para fines medicinales y de su uso en la preparación de medicinas con sus propiedades, virtudes o remedios, se extenderá también al deleite de los sutiles paladares más delicados, naciendo las bebidas derivadas de los alcoholes con el nombre de licores.
En occidente, a los primeros destilados les llamaron aguardientes y al ser el vino un transformado agrícola abundante y las cepas, plantas de fácil enrizamiento, crecimiento y cultivo en nuestra favorable climatología, es el alcohol destilado de vino el más utilizado y aunque en oriente medio y especialmente en la desembocadura del río Nilo, los cañaverales de azúcar crecían frondosos y propiciaban la obtención de alcoholes de caña, en Europa, se conoció la técnica de la destilación después de la invasión napoleónica española y la falta de vino como materia prima, puso en actividad la imaginación en búsqueda de alcoholes en los cereales.
La incorporación en los mercados alimenticios de los productos sintéticos de laboratorio, ha desplazado el proceso de la destilación y el oficio de destilador que con su pericia de excelente y cuidadoso maestro, consigue obtener idénticos resultados aunque varíe la anualidad de la recolección, propiciando que el antiguo oficio se pierda y quede relegado a solo unos pocos amantes de la elaboración de los licores naturales.
Los licores elaborados por destilación de alguna planta, flor, baya, fruto o semilla, se convierten en apreciados verdaderos broches de oro al finalizar las comidas que se precien y sus anfitriones, experimentan el placer de agasajar a sus distinguidos invitados con verdaderas delicias o auténticas obras de arte.
3144- INQUIETUDES CABANENSES.
Hace 8 meses
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