Dicen que en España disfrutamos de la mejor asistencia sanitaria del mundo y no solo porque es universal y gratuita, sino porque también nuestros profesionales sanitarios son los mejores por su cualificación y relación humana.
Desde que mi bisabuelo iba con pantalón corto, regularmente se acercaba con su padre a la entonces llamada Delegación de Hacienda a pagar los tributos que le correspondían y a mi, en su día, me pasó lo mismo. En mi caso, recuerdo que en el centro del local había una mesa muy grande llena de sillas a su alrededor que en alguna ocasión los Contribuyentes aprovechaban para ordenar sus papeles, rellenar impresos o firmarlos.
Una buen día de la década de los años 80 que fui a pagar, la Delegación de Hacienda estaba llena a rebosar de personas españolas pertenecientes a un colectivo que en su inmensa mayoría nunca había colaborado en aumentar la riqueza del Tesoro Público y de forma ordenada y muy bien estructurada, estaban regularizando la situación fiscal de cada uno de ellos aprovechando los conocimientos de los más jóvenes de su colectivo.
El cumplimiento de la obligación de presentar una Declaración de Renta con ingresos nulos, permitía acreditar su situación de mendicidad y tener acceso a las ayudas sociales que a derecho les correspondiesen y a una tarjeta sanitaria como ciudadanos del país de residencia.
Esta facilidad de conseguir ayudas sociales a cambio de una mínima gestión administrativa, produjo el efecto llamada correspondiente y poco a poco de forma continuada en el tiempo, muchas personas se acercaron a pedir los derechos que les regalaban por el trámite de solicitarlos.
En pocos años nos vimos desbordados por todos los ilegales que supieron de la bicoca y de forma generalizada, nos parecía correcto que cualquier indocumentado tuviese acceso a los servicios que nosotros también recibíamos supuestamente de forma gratuita pero que sin saberlo, pagaba el vecino, aquel que llegando a la edad de jubilación se moría sin saber la causa, aquel otro que habiendo disfrutado de una vida sana, de repente se ponía malito y acudiendo al Centro Sanitario se moría irremediablemente o quien por accidente, fallecía cotizando a la Seguridad Social.
Con la regulación masiva de papeles a quien de forma ilegal pisó territorio español sin documentación, concedimos altruistamente Tarjetas de Residencia y Sanitaria a desconocidos que ahora en libre circulación por el mundo, acreditan ser Españoles y con su Tarjeta Sanitaria Española, acceso a los servicios correspondientes incluso en su propio país de origen y con cargo a la Sanidad Española.
Desconozco el grado de mal uso de la Tarjeta Sanitaria Española, pero es evidente que algo grave debe estar sucediendo para que el Sistema Sanitario Español esté en banca rota, se recorten gastos en todas las partidas presupuestarias y se estudie la posibilidad de cobrar por las medicinas a los españoles que las necesiten.